Friday, March 21, 2008

Blanquita

Vengo llegando desde Concepción, trajimos a la "blanquita", nuestra nueva adquisición.

No entraré en detalles, por que lo más interesante de comentar es lo que sucedió en el viaje.

Tal vez no sea entretenido para quien se atreva a leerlo, pero me ayudará a recordar la historia.

El viaje se trató de un remolque de una citroneta, para esto se usó una mitsubishi L200 2.4 Diesel. y la remolcada, blanquita, bautizada así por su color.

El remolque se hizo con una lanza, para mayor seguridad.

La citroneta, tiene su motor bueno, pero no tenía frenos así es que decidimos remolcarla para no correr riesgos.

En pleno trayecto, la citroneta, por el hecho de llevarla en bajas revoluciones, sin cambios; o sea en neutro, agotó la batería y nos ponía una nueva dificultad ya que la noche era cercana, por lo cual eran muy necesarias las luces traseras de la citroneta.

Como el camino lo hicimos por la ruta costera en la ciudad de Coelemu conseguimos reparar las luces, desde luego haciendo una instalación muy a la chilena.

Se conectó la electricidad de la camioneta directamente al fusible de luces de la citroneta, anulando por lo tanto la batería.

Así viajamos, mi compañera de viaje (Copìlota de Rally, ya que me indicaba cada curva y lado del camino), y yo ayudando al remolque solo con el volante y la concienzuda atención que merecía esta misión.

Todo iba a la perfección, pensaba, cuando una idea de que algo extraño debía pasar, vi la lanza de la camioneta más larga de lo normal.

Poniendo más atención en la escena, me di cuenta que no sólo la lanza se alargaba, sino que los cables eléctricos también lo hacían y lo más raro, es que pensé, que no podía ser que la citroneta fuera remolcada con los cables ¡¡¡¡

En ese instante, que no fue más de un segundo, me di cuenta de lo que sucedía, y como casi con un efecto de cámara lenta, observé las luces de freno de la camioneta y la lanza arrastrada sacando chispas de la carretera.

Como vi que me acercaba cada vez más a la camioneta, entonces advertí que podía maniobrar a blanquita y me lancé al costado derecho, usando la berma y una parte de la carretera, ya que el piloto de la camioneta también observó como resolvía la emergencia, conduciéndo hacia el costado izquierdo de la calzada.

La suerte estaba de nuestro lado, ya que en ese trayecto, no había curvas y tenía una berma que pudo servir de "aterrizaje" ya que después, comentando el suceso, nos reíamos pensando en que la situación fue una vulgar y simple caida libre, usando una máquina.

Esto porque en ese momento la carretera estaba en bajada, en recta y libre de circulación de otros vehículos.

Recorrimos cerca de 500 mts. y no sólo salimos sin un rasguño, sino que trajimos a blanquita a nuestro destino final, sanos y salvos.

Después de todo, esto sólo fue una aventura.

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